Imperiofobia y leyenda negra
II
Ya tenemos el primer artículo sobre esta serie en la que comentaremos diversos temas que aparecen en el libro de Dña. María Elvira Roca Barea, Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español. En esta primera disertación no comentaremos un hecho histórico del pasado donde podamos ver las malas lecturas que se han hecho del mismo, cosa que haremos desde aquí en adelante, sino que, primeramente, creo conveniente hacer un repaso, al igual que hace la autora, de a qué nos referimos al usar la expresión de leyenda negra y qué quiere decir Imperio.
Quiero dejar claro que esta serie no será, ni mucho menos, un resumen del libro, sino que hablaremos de forma muy general de cuatro o cinco aspectos que, al menos a mí, más interesantes me han parecido -seguramente sea porque es donde más historias “falsas” se han ido contando y las cuales más me había creído-. Sé que este capítulo es algo más tedioso pero no hace falta saber mucho para entender que, si queremos hablar de las leyendas negras, surgidas en los imperios; primeramente habrá que saber qué es eso de leyenda negra y qué es eso a lo que llamamos imperio.
Cuando hablamos de Leyenda negra, sin más, todo el mundo sabe, pues, que nos referimos a la española. Es decir, para referirnos a cualquier otra leyenda negra de cualquier otro imperio, debemos mencionar el imperio al que nos referimos, por ejemplo; Leyenda negra de Roma.
Emilia Pardo Bazán, grandísima escritora y defensora feminista -la cual han olvidado las feministas actuales a día de hoy, tristemente-, en 1899 emplea por vez primera la expresión de “leyenda negra” para referirse a la propaganda antiespañola. Escribe en La España de ayer y la de hoy lo siguiente, a saber:
«La leyenda negra española es un espantajo para uso de los que especialmente cultivan nuestra entera decadencia, y de los que buscan ejemplos convincentes en apoyo de determinada tesis política. Nos acusa nuestra leyenda negra de haber estrujado las colonias. Cualquiera que venga detrás las estrujará el doble, solo que con arte y maña».
Esto tuvo lugar en una convención en Francia para explicar qué pasaría con España después de la pérdida de los últimos restos de su imperio.
El gran Vicente Blasco Ibáñez utiliza en 1909 la expresión leyenda negra aunque sigue siendo utilizada como antítesis de la leyenda dorada. Decía D. Vicente Blasco Ibáñez, en una charla que dio en Argentina, lo siguiente:
«Quiero hablaros de la leyenda negra de España, surgida como consecuencia de opiniones falsas vertidas en varios siglos de propaganda antipatriótica […] entremos ahora en el terreno de la conferencia que, como antes he dicho, lleva por título La leyenda negra de España, título un poco vago que parece pudiera referirse a todo aquello que en nuestro pasado se refiere a la intolerancia religiosa. No es así, sin embargo. Sobre España hay dos leyendas: la leyenda dorada y la leyenda negra».
Vicente Blasco Ibáñez comenta en una revista lo siguiente, a saber:
«Nuestra nación no es una nación decadente porque hoy camina al nivel de las grandes naciones europeas…».
Como hemos visto, la expresión de leyenda negra era, ante todo, una contraposición a la leyenda dorada (como podemos ver en la obras de D. Artur Lévy, Dña. Emilia Pardo Bazán, D. Cayetano Soler -en su obra El fallo de Caspe– o D. Vicente Blasco Ibáñez) y no es hasta 1914, con Julián Juderías, y su gran obra La leyenda negra, donde el término leyenda negra se usa ya sin necesidad de contraponerlo con nada, esto es, ha adquirido enteramente el significado de propaganda antiespañola.
Julián Juderías nos define leyenda negra de la siguiente manera, a saber:
«Relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas».
Continúo con la lectura de tu serie, @guillermo. Como siempre, este artículo ha tratado de desenmascarar las premisas sobre las que se basa lo que explicarás después: los conceptos de «leyenda negra» e «imperio». Sin duda, esto ayuda a cualquier lector a sentirse más seguro a la hora de acometer la lectura de tu serie. Felicidades por ello, porque esto no es algo que se suela ver normalmente…
Por lo demás, me sorprende sobremanera —aunque ya lo sabía— tu constante interés por temas filológicos, en este caso sobre Semántica-Lexicología, o algo similar. Te interesan muchas veces las raíces o el origen de las palabras; en el caso de «impersialismo», lo cierto es que concluyes acertadamente que se trata de una lexía aparecida en el s. XIX, concretamente en 1899, en una obra de Geografía. Para investigar este tipo de cosas, que veo que te interesan, me sirvo de varias bases de datos encriptadas y lematizadas que podrían servirte de ayuda para tu futuro, o al menos para saciar tus ganas de aprender sobre esto. Quizá algún día, cuando te vaya bien, podría enseñarte estos pequeños «trucos».
Un abrazo, y sigo leyendo.
Hola de nuevo, amigo.
Como siempre, darte las gracias por tu entusiasmo en lo que a mis artículos se refiere. Empiezo de esta manera esta saga, dado que veo básico saber primeramente de qué se habla. Y claro, qué mejor que investigar de qué se habla que indagando en la raíz de la palabra -o mejor aún, siendo una «persona radical»-.
Por supuesto que acepto tus trucos y estoy deseoso de que acabe la cuarentena para poder verte y que me expliques todo lo relevante a esto, aunque sé que es mucho; también sé que sabrás resumírmelo correctamente. Sinceramente creo que sin tener idea de un filósofo, pudiese darse el caso de que, cogiendo un fragmento de alguna de sus obras filosóficas, si se indaga «radicalmente», esto es, la raíz de las palabras, y, como tú bien dices, sirviéndote de bases de datos encriptados y lematizados, podría ayudarnos muchísimo en la comprensión del texto; llegando incluso a saber más sobre el susodicho sin ser filósofo que alguien filósofo habiéndolo leído. Sin duda alguna, una gran herramienta con la que partís con ventaja los eruditos de la lengua, esto es, vosotros, los literatos.
¡Nos vemos tras la cuarentena, entonces, y te enseño estas consultas filológicas! Mi propio trabajo en la RAE se basa en eso…
Un articulo muy interesante. Gracias por la información. Reciba un cordial saludo.